Gira un poco en la silla donde está sentado, levanta su brazo izquierdo y señala hacia la Catedral. Demostrando que conoce la historia de la ciudad. Comienza diciendo que en el siglo XIX el deán Valdivia, “con una voz flamígera”, habló de las grandes revoluciones en el púlpito. Luego que Mostajo se levantó en 1950 en una esquina, que Arturo Villegas murió “muy cerca” y que Fernando Belaunde en 1962 “se levantó en defensa de la democracia en 1962” en la puerta.
Pero eso fue casi al final de la conversación que sostenemos en los altos del portal de San Agustín, luego de dar entrevistas en otros medios de comunicación. Nos dice que tiene poco tiempo porque quiere ir al mercado San Camilo a tomar un jugo y comer un sándwich. Producto de la campaña su voz se nota cansada y carraspeada.
Hablamos de Arequipa y de sus propuestas. Nos dice que si pensamos en el futuro, de acá a diez años tenemos que apostar por la petroquímica. “Si Arequipa tuviese que tomar una decisión estratégica en los próximos años es la industrialización de la petroquímica”.
Le preguntamos si respalda que la planta se instale en la costa arequipeña y nos dice que no, que va a ser en tres departamentos. “Cuando Matarani se pelea con Ilo los dos están equivocados, no se trata de un punto sino de zonas”. La idea nos dice es impulsar la industrialización.
Hablando de ideas, recuerda a Fernando Belaunde y lo parafrasea diciendo que vino a la ciudad no buscando votos, sino ideas. Como buen periodista que es, además de un reconocido intelectual, no en vano tiene una de las bibliotecas más importantes del país donde guarda más de quince mil libros.
Será por eso que nos comenta que se sorprende de lo que poco que le han preguntado los periodistas sobre la industria en Arequipa, la cual además considera que ha sufrido un grave retraso por las medidas económicas de los últimos gobiernos.